Filomena en Boadilla
Año nuevo, vida nueva. No tanto, desde luego, pero casi, porque lo visto estos días ha sido completamente nuevo… si el año ha empezado convulso, qué decir del paso de Filomena por casa.
Filomena. Nevadas históricas y días de frío extremo, con temperaturas por debajo de los -5ºC en las mesetas.
Han pasado ya unos días y sueño todavía con haber estado en Madrid con la cámara, quizá también con unos esquís, hubieran hecho falta desde luego. Aun así en el momento de levantarme y asomarme por la ventana, lo único que quería era bajar a la calle. Soplaba todavía bastante viento y seguía nevando, pero cuanto más pronto mejor.
Con raquetas
La primera salida de la mañana fue con raquetas. El panorama era casi postapocalíptico, nadie en las calles, la capa de nieve intacta… apenas sabía hacia dónde ir, no terminaba de dedicarme. Elegí bajar hacia la M50, tenía que verla así, como me la imaginaba, completamente vacía. No me esperaba que un par de coches se aventuraran a recorrerla, me pregunto hasta dónde llegarían.
Reconozco que estuve tentado de cruzar y seguir hasta el Palacio, pero las raquetas no me animaron, sinceramente, así que me fui a intentar cazar alguna perspectiva de las torres del metro. Pasará el tiempo y aunque disfruté alrededor de las vías del metro, seguro que me preguntaré por qué no bajé con los esquís, hubiera sido mucho más sencillo llegar hasta el Palacio.
Y con esquís de travesía
La segunda salida de la mañana ya fue con esquís, subimos hasta la entrada del Bosque. Boadilla para entonces ya había cambiado bastante, todo el mundo parecía haber salido de casa y cada calle y cada pendiente parecían ser una pista de hielo por la que deslizarse. Ya no existía la tranquilidad de primera hora de la mañana, afortunadamente, al igual que pasa en algunos puntos de la montaña, basta alejarse un poco del centro para volver a estar solos, o casi.
¿Volveremos a ver algo así en la vida?
La galería completa en Smugmug en este enlace.
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